martes, 26 de agosto de 2008

LISBOA







Lisboa pertenece al género de ciudades con encanto. Hay ciudades para el turista ocasional; hay otras para el viajero que quiere sumergirse y empaparse de una cultura diferente. Estas últimas son los lugares que jamás olvidas. Sus imágenes se quedan atrapadas allí donde la memoria las puede rescatar una y otra vez. Son ciudades a las que deseas volver e impregnarte de aquello que te transmitieron en el primer viaje.






Lisboa pertenece a estas últimas. Su color dorado, mezcla de oro y ocre, imprime el sabor de lo antiguo, no en vano fue cabeza de imperio colonial. Recuerda los versos de Pessoa, Saramago o Queiroz.




De la capital portuguesa emana el olor añejo en fachadas y calles, en tranvías y plazas. Ciudad albero, ciudad de los sentidos bañada por el Tajo. Lisboa embriaga.